Fuente:www.que.es
miércoles, 23 de septiembre de 2009
ALMERÍA 2 - ATL.MADRID 2
Abel cambió a Forlán, el mejor, en el minuto 80. Diez después, el Almería empató por medio de Piatti. El Calderón, resignado, volvió a gritar en contra de la directiva. Forlán se propuso el año pasado meter al Atlético en Champions y lo consiguió. Este año, por ahora, tiene como objetivo salvar a Abel de la quema. Pero el míster, visto lo de esta noche, no está con él. Con 2-1 y el Almería apretando, Abel se disparó al pie cambiando al uruguay. En otro partido de despropósitos y sin Agüero y Simao, 'El Cacha' lo hizo todo. Defendió, creó y, como siempre, marcó. A pesar de fallar un penalti, que él mismo provocó, Forlán se levantó. Al igual que el equipo. En situaciones extremas, los rojiblancos se mueven como 'pez en el agua'. Pero también saben suicidarse. Es el todo o nada.Una defensa muy débilEl gol de Piatti en el minuto 26 hundía al Atlético y a Abel con él. Con el finiquito del entrenador rojiblanco sobre la mesa llegó la reacción en la jugada siguiente. Cléber, tras un rechace de la defensa, acertó a marcar y Abel tomó aire. El tanto reanimó a un equipo que parecía muerto minutos antes. Aunque la primera parte se acabó sin ninguna ocasión destacada, a pesar de la constancia de Forlán. En la segunda parte, los de Abel salieron con las mismas ganas. Fruto de las ganas llegó el tanto del Atlético. Jurado presionó a Chico y forzó el fallo del defensa del Almería. Forlán, 'que pasaba por ahí', recogió el balón en la frontal del área para adelantar al Atlético. Abel por fin sonreía. La afición, mientras, dejaba de mirar al palco por un instante. Cléber pudo sentenciar minutos después, pero su disparo se fue desviado. A partir de ese instante, el Atlético volvió a ser el de siempre. El Almería, gracias a la debilidad de la defensa rojiblanco, rozó el empate en varias ocasiones. En el minuto 70, Crusat tuvo la más clara plantándose solo ante Roberto, pero falló en la definición. Como en toda la noche. Abel, resignadoLas miradas volvían a girarse hacía el palco y al banquillo. Abel reaccionó rápido con lo mejor que tenía en el banquillo Agüero y Simao. Ambos dieron aire al equipo, que volvió a recuperar la pelota. El problema, como siempre, es que nadie conseguía llevarla arriba con claridad. Pero faltaba el último despropósito de la noche. Jugándose la vida, Abel, obsesionado con la rotaciones, se atrevió a quitar a su salvador, que se fue al banquillo resignado y mascullando su mala suerte. Diez minutos después, Piatti empataba y Forlán sólo podía mirar al suelo. Al igual que Abel.
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